Cuando la infección también afecta la mente y las emociones
La enfermedad de Lyme, causada por Borrelia burgdorferi,
es mucho más que una afección física. Numerosos estudios han demostrado que
esta infección puede tener profundos efectos sobre la salud mental y
emocional del paciente. Ansiedad inexplicable, ataques de pánico, depresión
resistente al tratamiento, irritabilidad, llanto fácil, trastornos del sueño y
hasta síntomas psicóticos han sido documentados en pacientes con Lyme, sobre
todo en etapas crónicas o cuando la bacteria invade el sistema nervioso.
Aun así, estas manifestaciones suelen ser minimizadas,
malinterpretadas o atribuidas únicamente a causas psicológicas, lo que deja
a los pacientes desamparados, estigmatizados y sin un tratamiento adecuado.
En esta entrada exploramos por qué Lyme puede causar
síntomas psiquiátricos, qué señales deben encender las alarmas, y cómo
abordarlos desde una mirada integral, compasiva y basada en la ciencia.
¿Cómo puede una infección causar síntomas mentales?
La explicación está en la compleja interacción entre la
infección, el sistema inmunológico y el sistema nervioso. Borrelia
puede:
- Invadir
directamente el cerebro y las meninges, generando neuroinflamación.
- Desencadenar
respuestas inmunológicas que afectan la neurotransmisión (como el
equilibrio de serotonina, dopamina o glutamato).
- Activar
procesos autoinmunes contra estructuras cerebrales (Chandra et al., 2010).
- Alterar
el eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal, implicado en la regulación del
estrés, el estado de ánimo y el sueño.
“Los síntomas psiquiátricos en Lyme no son producto de la
imaginación, sino el resultado de procesos inflamatorios y neurobiológicos
reales” (ILADS, 2022).
Ansiedad y ataques de pánico
Frecuente tanto en Lyme temprano como crónico. Puede
manifestarse como:
- Ansiedad
generalizada sin causa evidente.
- Crisis
de angustia con taquicardia, temblores, sudoración, miedo intenso.
- Hipersensibilidad
al estrés, al ruido, a la presión social.
- Sensación
de amenaza constante o de “estar al límite”.
Muchas veces estos síntomas aparecen sin antecedentes
psiquiátricos previos, y los pacientes no se reconocen a sí mismos.
Algunos casos presentan disautonomía (como POTS), lo que
puede confundirse con ataques de ansiedad, pero tiene un origen autonómico
real.
Depresión resistente y fluctuante
En pacientes con Lyme, la depresión puede ser:
- De
aparición súbita.
- Resistente
a antidepresivos comunes.
- Acompañada
de fatiga extrema, dolor corporal y trastornos cognitivos.
- Fluctuante:
algunos días el paciente se siente bien, otros cae en un estado de
profunda desesperanza.
A menudo, se combina con síntomas físicos intensos,
lo que puede confundir a los médicos que solo consideran el estado de ánimo.
Cambios de humor e irritabilidad
Muchos pacientes describen:
- Explosiones
de ira sin razón aparente.
- Llanto
repentino e incontrolable.
- Alternancia
entre euforia, desesperanza y ansiedad.
- Hipersensibilidad
emocional.
Estos cambios pueden confundirse con trastorno bipolar,
trastorno límite de la personalidad o cuadros psicógenos, pero son en
realidad manifestaciones neuroinflamatorias (Horowitz, 2013).
Trastornos del sueño
La disfunción del sueño es extremadamente común en Lyme e
incluye:
- Insomnio
de conciliación (no poder dormir).
- Despertares
múltiples durante la noche.
- Pesadillas
vívidas o sueños perturbadores.
- Sueño
no reparador, aunque se duerma muchas horas.
Estos síntomas, además de afectar el ánimo, empeoran los
síntomas cognitivos y físicos, generando un círculo vicioso.
Otros síntomas psiquiátricos reportados
- Sensación
de despersonalización (“sentirse desconectado de uno mismo”).
- Pérdida
de la capacidad de sentir emociones positivas (anhedonia).
- Pensamientos
obsesivos o intrusivos.
- Ideas
suicidas en casos graves y sin tratamiento.
En niños y adolescentes, Lyme también puede presentarse con cambios
bruscos de comportamiento, regresión, agresividad o trastornos del aprendizaje.
¿Qué dicen los estudios?
- En
un estudio de Fallon et al. (2008), se encontró que hasta el 40% de los
pacientes con Lyme crónico reportaban síntomas psiquiátricos.
- Chandra
et al. (2010) documentaron presencia de autoanticuerpos contra
estructuras neuronales en pacientes con síntomas persistentes tras
infección por Borrelia.
- En
modelos animales, Borrelia demostró capacidad para alterar la
función límbica, una región clave para las emociones.
¿Por qué estos síntomas suelen ser ignorados?
- Porque
el paciente "luce sano", y no hay hallazgos en exámenes
de laboratorio o imagen.
- Porque
muchos profesionales se forman bajo la idea de que Lyme no genera
efectos psiquiátricos.
- Porque
se asocia a etiquetas como “somatización” o “trastorno de conversión”.
- Porque
existe un estigma social en torno a la salud mental, que dificulta
hablar del sufrimiento real.
¿Se puede tratar?
Sí, pero es fundamental:
- Reconocer
la causa subyacente (infección activa o persistente).
- Tratar
la infección y las coinfecciones.
- Usar
apoyo farmacológico psiquiátrico cuando sea necesario (individualizado).
- Implementar
terapias complementarias:
- Psicoterapia
con enfoque en trauma y enfermedad crónica.
- Suplementación
para el sistema nervioso (magnesio, omega-3, vitamina B12, GABA, entre
otros).
- Apoyo
inmunológico y detoxificación.
“Muchos pacientes mejoran significativamente en su estado
emocional cuando se trata la raíz infecciosa del problema” (ILADS,
2022).
Conclusión
Las manifestaciones psiquiátricas de Lyme son una realidad. No
son imaginarias, no son exageradas y no son irrelevantes. Son el reflejo de
una infección compleja que puede alterar profundamente el funcionamiento
cerebral y emocional del paciente.
Escuchar con empatía, diagnosticar con claridad y tratar con
un enfoque integral puede salvar no solo cuerpos… sino también mentes y
vidas.
Fuentes de consulta
- García
Meléndez, M. E., et al. (2014). Enfermedad de Lyme: actualizaciones.
Gaceta Médica de México, 150, 84–95.
- Chandra, A., et al. (2010). Anti-neural
antibody reactivity in patients with a history of Lyme borreliosis and
persistent symptoms. Brain, Behavior, and Immunity, 24(6),
1018–1024.
- Fallon,
B. A., et al. (2008). A
randomized, placebo-controlled trial of repeated IV antibiotic therapy for
Lyme encephalopathy. Neurology, 70(13), 992–1003.
- ILADS. (2022). Evidence-based
guidelines for the management of Lyme disease. International
Lyme and Associated Diseases Society.
- Horowitz, R. (2013). Why
Can’t I Get Better? Solving the Mystery of Lyme and Chronic Disease. St.
Martin’s Press.
- Middelveen, M. J., et al.
(2014). Persistence of Borrelia burgdorferi in tissues despite
antibiotic treatment: A systematic review. Open Journal of
Medical Microbiology, 4(3), 79–90.
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en los comentarios!
Nota: Este blog no sustituye el diagnóstico
médico. Si sospechas de Lyme, consulta a un profesional.
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Información recopilada y analizada por Luis Antonio
Hernández Cuéllar.
Publicada el 9 de junio del 2025.
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