Cuando la fiebre persistente no es sólo Borrelia
Hablar de enfermedad de Lyme es, en muchos casos, hablar también de coinfecciones. Las garrapatas que transmiten Borrelia burgdorferi suelen portar otros patógenos, entre ellos bacterias, parásitos y virus. Uno de los más relevantes por su severidad clínica y creciente presencia en América Latina es el género Rickettsia, responsable de múltiples tipos de fiebre manchada, tifus y otras formas de rickettsiosis (Álvarez-Hernández et al., 2018).
En México y otros países de la región, esta coinfección está
mal diagnosticada y subestimada, pese a que ha causado muertes, cuadros
graves y brotes en regiones específicas. Y lo que es aún más preocupante: su
manifestación clínica puede confundirse con la propia enfermedad de Lyme o con
otras infecciones como dengue, fiebre tifoidea o lupus (García Quiñónez &
Durán Molina, 2021).
Comprender cómo se comporta Rickettsia, qué síntomas
produce, cómo interactúa con Borrelia, y qué implicaciones tiene su
coinfección es fundamental para avanzar hacia un diagnóstico clínico más
certero e integral.
¿Qué es la rickettsiosis?
Las rickettsiosis son enfermedades infecciosas causadas por
bacterias del género Rickettsia, microorganismos gramnegativos,
intracelulares obligados, con una alta afinidad por el endotelio vascular (las
células que recubren los vasos sanguíneos). Esta afinidad explica por qué estas
infecciones generan vasculitis sistémica, daño multiorgánico e incluso
muerte si no se detectan y tratan a tiempo (Dzul-Rosado et al., 2020).
Entre las especies más importantes del género destacan:
- Rickettsia
rickettsii, agente causal de la fiebre manchada de las Montañas
Rocosas, una de las infecciones más letales si no se trata de forma
temprana.
- Rickettsia
typhi, causante del tifus murino, transmitido también por
pulgas y otras especies de garrapatas.
- Rickettsia
felis, relacionada con cuadros febriles agudos emergentes en varias
regiones tropicales y subtropicales.
Estas bacterias se transmiten generalmente a través de la picadura
de garrapatas infectadas, aunque también pueden hacerlo por contacto con
heces infectadas o líquidos corporales del vector, en algunos casos.
Transmisión y vectores en México
En el contexto mexicano, se han identificado diversas
especies de garrapatas que actúan como vectores tanto de Borrelia como
de Rickettsia. Por ejemplo:
- Amblyomma
mixtum
- Rhipicephalus
sanguineus sensu lato (la garrapata del perro)
- Ixodes
scapularis
Estas especies han sido detectadas en regiones como Chiapas,
Yucatán, Chihuahua, Sonora, Baja California y Estado de México, no solo en
animales de compañía y fauna silvestre, sino también en humanos (Ulloa-García
et al., 2020; Feria-Arroyo et al., 2014).
Esto refuerza la necesidad de comprender que la coinfección no
es una posibilidad remota, sino una realidad clínica subdiagnosticada en
pacientes que han sido expuestos a garrapatas en contextos rurales, turísticos
o incluso urbanos.
¿Por qué puede coexistir con Lyme?
La coinfección por Rickettsia y Borrelia
ocurre porque las garrapatas actúan como vectores múltiples: pueden
albergar y transmitir más de un agente infeccioso durante la misma picadura
(Feria-Arroyo et al., 2014). Cuando eso sucede, el cuadro clínico del paciente
puede ser más severo, más difícil de interpretar y más resistente al
tratamiento.
A diferencia de Borrelia, que tiene un curso más
lento y multisistémico, Rickettsia suele generar una fase aguda
intensa, con fiebre alta, mialgias, cefalea severa, malestar general y, en
ocasiones, erupciones cutáneas.
Esto puede generar confusión diagnóstica, sobre todo
si se trata a la persona sólo con antibióticos específicos para Lyme (como
amoxicilina o cefuroxima), que no cubren adecuadamente a Rickettsia,
cuya respuesta es sensible a tetraciclinas, especialmente doxiciclina (Petri,
2024).
Signos clínicos: ¿cómo sospechar coinfección por
Rickettsia?
Cuando una persona tiene enfermedad de Lyme y presenta
alguno de los siguientes signos, es importante considerar la posibilidad de
coinfección:
- Fiebre
súbita e intensa que no mejora con el tratamiento antiborrelial.
- Náuseas,
vómitos, anorexia o malestar gastrointestinal severo.
- Rash
o exantema (aunque puede estar ausente en adultos).
- Dolor
ocular o fotofobia.
- Trombocitopenia
(plaquetas bajas), anemia leve o alteraciones hepáticas en laboratorio.
- Confusión
mental o alteración del estado de conciencia (en fases severas).
En muchos casos, estos síntomas se atribuyen a reacciones
de Herxheimer o a una mala evolución del Lyme, cuando en realidad se trata
de una coinfección activa que requiere tratamiento específico y urgente (García
Quiñónez & Durán Molina, 2021).
Casos documentados en México
Diversos estudios han identificado la presencia de Rickettsia
en garrapatas recolectadas de perros y otros animales domésticos en el sur de
México (Ulloa-García et al., 2020), pero también existen casos clínicos
confirmados en humanos.
Uno de los más ilustrativos es el de una joven mujer en
Ciudad Juárez, quien presentó fiebre alta, confusión mental, dolor muscular
intenso, petequias y datos de falla multiorgánica. Fue internada con sospecha
de sepsis, y finalmente se confirmó infección por Rickettsia rickettsii
mediante PCR. Su recuperación solo fue posible tras iniciar doxiciclina de
forma temprana, luego de que los antibióticos iniciales no funcionaran (García
Quiñónez & Durán Molina, 2021).
Este tipo de casos muestran con claridad cómo una
coinfección no identificada puede poner en riesgo la vida, y cómo su
detección temprana es esencial.
¿Cómo daña al cuerpo una infección por Rickettsia?
La infección por Rickettsia desencadena un proceso
inflamatorio generalizado. Su principal blanco son las células endoteliales
que recubren el interior de los vasos sanguíneos. Al invadirlas, estas
bacterias producen:
- Necrosis
vascular localizada
- Aumento
de la permeabilidad capilar
- Microhemorragias
- Activación
del sistema inmune con liberación de citocinas proinflamatorias (IL-6,
TNF-α, IL-1β)
- Formación
de trombos (en casos graves)
Este daño es el que explica por qué los pacientes pueden
desarrollar exantemas, trombocitopenia, daño renal, encefalopatía e incluso
falla multiorgánica (Álvarez-Hernández et al., 2018; Petri, 2024).
En presencia de coinfección con Borrelia, que también
altera la respuesta inmunológica y promueve inflamación crónica de bajo grado,
el cuerpo entra en un estado de inmunodisregulación compleja, donde se
vuelve más difícil contener la infección y más fácil que surjan complicaciones
sistémicas (Horowitz, 2013; ILADS, 2022).
Diagnóstico: ¿cómo se identifica Rickettsia en contexto
de coinfección?
El diagnóstico de Rickettsia debe sospecharse
clínicamente, sobre todo en zonas endémicas, cuando el paciente presenta fiebre
inexplicada y alteraciones hematológicas. Sin embargo, hay herramientas
específicas que pueden ayudar:
Claves clínicas:
- Fiebre
persistente sin foco infeccioso claro
- Erupción
maculopapular o petequial
- Náuseas,
dolor abdominal o hepatalgia
- Plaquetas
bajas, leucopenia o anemia leve
- Trastornos
neurológicos sin causa evidente
- Mala
respuesta al tratamiento para Lyme
Pruebas complementarias:
- Biometría
hemática: puede mostrar leucopenia, trombocitopenia y anemia
normocítica.
- Pruebas
serológicas: inmunofluorescencia indirecta (IFA) IgM/IgG a partir del
día 7.
- PCR
para Rickettsia spp. en sangre, piel o médula ósea, útil en
fase aguda.
- Pruebas
hepáticas: elevación de transaminasas es común.
Es importante entender que una coinfección activa puede
alterar los resultados de laboratorio de Borrelia, o incluso interferir con
la respuesta al tratamiento inicial, por lo que un abordaje clínico amplio es
esencial (García Quiñónez & Durán Molina, 2021).
Tratamiento: ¿qué hacer ante coinfección por Rickettsia?
A diferencia de otras coinfecciones del Lyme que requieren
múltiples enfoques (como Babesia o Bartonella), el tratamiento de
Rickettsia es más directo: doxiciclina es el antibiótico de
elección, tanto en adultos como en niños mayores de 8 años.
Dosis recomendada:
- Adultos:
100 mg cada 12 horas por 7 a 14 días (según severidad)
- Niños:
2.2 mg/kg cada 12 horas, máximo 100 mg por dosis (Petri, 2024)
El tratamiento debe iniciarse ante la sospecha clínica,
sin esperar confirmación de laboratorio, ya que el retraso en la terapia se
asocia con mayor mortalidad (Dzul-Rosado et al., 2020).
En coinfecciones con Borrelia, se pueden combinar
terapias con cefuroxima o azitromicina, según el protocolo seguido, y valorar
la necesidad de soporte sintomático, hepatoprotección y terapia
antiinflamatoria.
¿Qué debemos aprender de esta coinfección?
- Rickettsia
está presente en México y en múltiples especies de garrapatas. No es
rara ni importada, sino endémica.
- Puede
coexistir con Borrelia en el mismo vector y en el mismo paciente,
complicando el cuadro clínico y el tratamiento.
- El
cuadro clínico puede confundirse con otras enfermedades virales,
reumatológicas o incluso con reacciones de Herxheimer, por lo que se
requiere un alto índice de sospecha.
- El
diagnóstico es principalmente clínico y epidemiológico, aunque puede
confirmarse por serología o PCR.
- El
tratamiento oportuno con doxiciclina salva vidas. El retraso
terapéutico puede ser letal.
En un país donde Rickettsia y Borrelia
circulan sin que el sistema de salud lo reconozca plenamente, informar,
sospechar y actuar clínicamente es una responsabilidad urgente para todo el
personal médico y una herramienta vital para los pacientes.
Fuentes de consulta
- Álvarez-Hernández,
G., et al. (2018). Rickettsiosis en México: epidemiología, diagnóstico y
tratamiento. Salud Pública de México, 60(6), 617–625.
https://doi.org/10.21149/8894
- Dzul-Rosado,
K., et al. (2020). Detección de Rickettsia typhi en garrapatas de
Yucatán y Chiapas. Salud Pública de México, 62(4), 358–363. https://doi.org/10.21149/10160
- Feria-Arroyo,
T. P., et al. (2014). Amblyomma ticks as potential vectors of Borrelia
in Mexico. Journal of Vector Ecology, 39(1), 135–145.
https://doi.org/10.1111/jvec.12084
- García
Quiñónez, É., & Durán Molina, A. L. (2021). Abordaje clínico, manejo y
evolución de la rickettsiosis: a propósito de un caso. Expresiones
Médicas, 9(1), 9–15.
- Horowitz, R. (2013). Why
Can't I Get Better? Solving the Mystery of Lyme and Chronic Disease. St.
Martin’s Press.
- ILADS. (2022). Evidence-based
guidelines for the management of Lyme disease. International
Lyme and Associated Diseases Society.
- Petri,
W. A. (2024). Generalidades sobre las rickettsiosis y las infecciones
relacionadas. Manual MSD, versión para profesionales. https://www.msdmanuals.com
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Nota: Este blog no sustituye el
diagnóstico médico. Si sospechas de Lyme, consulta a un profesional.
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Información
recopilada y analizada por Luis Antonio Hernández Cuéllar.
Publicada el 9
de junio del 2025.
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