Porque los más pequeños también pueden enfermar... y muchas veces no saben cómo decirlo
La enfermedad de Lyme no solo afecta a adultos. Los niños
también pueden infectarse por la picadura de una garrapata, y en ellos, los
síntomas pueden ser más sutiles, confusos o atribuidos erróneamente a
cambios emocionales, escolares o de crecimiento. Esto retrasa el
diagnóstico y puede llevar a consecuencias serias si no se actúa a tiempo.
Esta entrada está dirigida a madres, padres, cuidadores y
docentes. Aquí te explicamos cómo reconocer la enfermedad de Lyme en niños,
cuáles son los síntomas más comunes, por qué muchas veces pasan desapercibidos,
y qué hacer si sospechas que tu hijo o hija podría tener esta infección.
¿Por qué los niños son más vulnerables?
- Pasan
más tiempo jugando al aire libre: en pastos, bosques, jardines, parques o
cerca de animales.
- No
siempre saben comunicar lo que sienten, o no se dan cuenta de los cambios
en su cuerpo.
- Las
garrapatas que transmiten Borrelia (como Ixodes scapularis) prefieren
zonas cálidas y húmedas del cuerpo, muchas de las cuales pueden no
revisarse con detalle.
- Sus
sistemas inmunes en desarrollo pueden reaccionar de manera más intensa o
más leve, dificultando el diagnóstico clínico.
“Los niños entre 5 y 14 años representan uno de los grupos
con mayor número de casos de Lyme en regiones endémicas” (CDC, 2023).
¿Qué síntomas pueden presentar los niños?
1. Fatiga persistente
- Cansancio
excesivo, incluso después de dormir bien.
- Dificultad
para concentrarse en clase o durante el juego.
- Frases
como “me siento raro”, “estoy cansado todo el tiempo”, “no quiero jugar”.
2. Dolor articular o muscular migratorio
- Quejas
frecuentes de dolor en rodillas, tobillos, muñecas o espalda.
- El
dolor cambia de lugar y no siempre hay inflamación visible.
- Puede
confundirse con “dolores de crecimiento”.
3. Cambios de comportamiento o emocionales
- Irritabilidad,
ansiedad, llanto fácil o aislamiento.
- Dificultad
para regular emociones que antes eran controlables.
- Cambios
en la personalidad: de extrovertido a retraído, por ejemplo.
4. Problemas cognitivos
- Dificultad
para concentrarse, pérdida de memoria reciente.
- Desempeño
escolar alterado sin causa aparente.
- “Se
le olvidan cosas que antes no”, “parece distraído todo el día”.
5. Trastornos del sueño
- Despertares
frecuentes.
- Pesadillas.
- Dificultad
para conciliar el sueño, a pesar del cansancio.
6. Dolores de cabeza recurrentes
- Cefaleas
sin causa clara, especialmente al final del día.
- Pueden
asociarse a sensibilidad a la luz o al ruido.
7. Eritema migrans (erupción típica)
- Aparece
en menos del 50% de los niños diagnosticados.
- Suele
ser redonda, de color rojo o rosado, y se expande lentamente.
- No
duele ni pica. Puede estar en zonas ocultas: cuero cabelludo, axilas,
ingles, abdomen.
- Su
ausencia no descarta la infección.
8. Síntomas gastrointestinales
- Náuseas,
dolor abdominal leve, cambios en el apetito.
- A
veces se confunde con infecciones digestivas o ansiedad.
9. Fiebre o febrícula intermitente
- No
siempre se presenta, pero puede haber picos de fiebre baja o sensación de
malestar general.
¿Cuáles son las señales de alarma en niños?
- Deterioro
repentino en el desempeño escolar.
- Pérdida
de habilidades previamente adquiridas.
- Dolor
persistente sin explicación médica.
- Cambios
emocionales abruptos o prolongados.
- Diagnósticos
múltiples que no explican el cuadro completo: TDAH, ansiedad, depresión,
fibromialgia infantil, etc.
- Contacto
reciente con áreas de riesgo: bosques, campos, jardines, animales con
garrapatas (perros, gatos, vacas, zarigüeyas, etc.).
“En zonas donde no se reconoce el Lyme como endémico, los
médicos tienden a no sospecharlo en niños, lo que retrasa el diagnóstico hasta
fases crónicas” (Becker et al., 2014, p. 535).
¿Cómo se diagnostica la enfermedad de Lyme en niños?
- Historia
clínica detallada: exposición a garrapatas, contacto con animales,
viajes recientes.
- Evaluación
clínica de síntomas compatibles, aún si las pruebas son negativas.
- Serología
(ELISA + Western Blot): útil en fases avanzadas, pero puede fallar
en etapas tempranas.
- Algunos
médicos expertos solicitan pruebas adicionales (PCR, paneles de
coinfecciones, etc.) en laboratorios especializados.
Importante: en muchos países latinoamericanos no
existen pruebas confiables adaptadas a las cepas locales de Borrelia,
lo que eleva la tasa de falsos negativos.
¿Se puede tratar?
Sí. El tratamiento temprano con antibióticos (como
doxiciclina, amoxicilina o cefuroxima) suele tener excelente pronóstico en
niños.
En casos avanzados o crónicos, puede ser necesario:
- Tratamiento
prolongado y personalizado.
- Manejo
de coinfecciones (Babesia, Bartonella).
- Apoyo
psicológico o neurocognitivo.
- Rehabilitación
funcional.
- Terapias
integrativas (nutrición, detoxificación, sueño, microbiota, etc.).
Cuanto antes se diagnostica y trata el Lyme en niños, mayor
es la probabilidad de recuperación completa.
Recomendaciones para madres y padres
- Revisa
regularmente la piel de tus hijos después de salidas al campo o parques.
- No
ignores dolores inexplicables o cambios conductuales.
- Conserva
registros de síntomas persistentes o fluctuantes.
- Si
encuentras una garrapata adherida, retírala con pinzas finas, guárdala
en un frasco y busca atención médica.
- Busca
profesionales actualizados en enfermedades transmitidas por vectores.
Conclusión
La enfermedad de Lyme en niños existe, y puede ser tan
debilitante como en adultos. Pero si se reconoce a tiempo, también puede
tratarse de forma efectiva y permitir una recuperación completa. La clave
está en escuchar, observar, y no minimizar lo que muchas veces el niño no puede
expresar con palabras.
Porque detrás de un “me siento raro”, puede haber una
infección silenciosa que necesita ser atendida. Y como cuidadores, nuestro
mayor poder está en creerles… y actuar.
Fuentes de consulta
- García
Meléndez, M. E., et al. (2014). Enfermedad de Lyme: actualizaciones.
Gaceta Médica de México, 150, 84–95.
- Becker,
I., et al. (2014). Reservorios silvestres de Borrelia burgdorferi en el
sureste de México. Revista Mexicana de Biodiversidad, 85(2), 530–543.
- CDC. (2023). Lyme Disease in
Children. Centers for Disease Control and Prevention.
- ILADS. (2022). Evidence-based
guidelines for the management of Lyme disease. International
Lyme and Associated Diseases Society.
- Horowitz, R. (2013). Why
Can't I Get Better? Solving the Mystery of Lyme and Chronic Disease. St.
Martin’s Press.
- Tager, F. A., et al. (2001). A
case-control study of cognitive deficits and chronic fatigue in children
and adolescents with Lyme disease. Journal of Neuropsychiatry
and Clinical Neurosciences, 13(4), 500–507.
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Nota: Este blog no sustituye el diagnóstico
médico. Si sospechas de Lyme, consulta a un profesional.
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a fundacionlyme@gmail.com
Información recopilada y analizada por Luis Antonio
Hernández Cuéllar.
Publicada el 9 de junio del 2025.
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