Cuando la infección también altera el sistema digestivo
La enfermedad de Lyme se asocia típicamente con síntomas
como fatiga, fiebre, dolor articular o erupciones cutáneas. Sin embargo, cada
vez más pacientes reportan molestias digestivas persistentes como parte de su
cuadro clínico. Náuseas, inflamación abdominal, diarrea, estreñimiento,
intolerancias alimentarias y malestar después de comer son síntomas comunes
pero poco reconocidos en la enfermedad de Lyme, especialmente en su fase
crónica o en presencia de coinfecciones.
En esta entrada te explico por qué Borrelia y otras
bacterias transmitidas por garrapatas pueden afectar el sistema
gastrointestinal, cuáles son los síntomas más comunes, y cómo abordarlos desde
un enfoque integral que considere al intestino como una pieza clave del
rompecabezas del Lyme.
¿Puede Borrelia afectar el sistema digestivo?
Sí. Aunque no es el sistema que primero viene a la mente
cuando se habla de Lyme, el intestino puede verse afectado de forma directa
o indirecta por la infección.
Mecanismos implicados:
- Disautonomía:
Borrelia puede alterar el sistema nervioso autónomo (SNA), que
regula la motilidad intestinal, la secreción gástrica y el tránsito
digestivo.
- Neuroinflamación:
la inflamación inducida por la bacteria afecta los nervios del tracto
gastrointestinal (especialmente el vago y los plexos entéricos).
- Disbiosis
intestinal: el uso prolongado de antibióticos, el estrés crónico y la
activación inmunológica alteran la microbiota intestinal.
- Coinfecciones
intestinales: pacientes con Lyme suelen tener coinfecciones como Bartonella,
Mycoplasma, Babesia o Ehrlichia que también
pueden afectar el intestino.
- Síndrome
de activación mastocitaria (MCAS): frecuente en Lyme crónico, provoca
intolerancia a alimentos, hinchazón, diarrea y reacciones multisistémicas.
¿Qué síntomas gastrointestinales pueden presentarse?
1. Náuseas persistentes o intermitentes
- Sin
causa gástrica aparente.
- Asociadas
al movimiento, al ayuno o al estrés.
- Pueden
acompañarse de pérdida de apetito o repulsión a ciertos alimentos.
2. Dolor o distensión abdominal
- Sensación
de “vientre inflamado” incluso sin comer en exceso.
- Dolor
tipo cólico, migrante o asociado al estrés.
- A
veces se asocia a diarrea o gases.
3. Estreñimiento o diarrea alternante
- Cambios
en el hábito intestinal que fluctúan sin patrón claro.
- El
estreñimiento puede ser por disautonomía (intestino lento).
- La
diarrea puede estar vinculada a disbiosis o intolerancias.
4. Reflujo, acidez o gastritis funcional
- Ardor,
sensación de reflujo o pesadez postprandial.
- Endoscopías
muchas veces normales.
5. Síntomas similares a colon irritable (SII)
- Dolor
abdominal + alteraciones del tránsito + malestar tras comidas.
- Diagnóstico
frecuente en personas que en realidad tienen coinfecciones no detectadas.
6. Intolerancias alimentarias nuevas o múltiples
- Reacciones
a alimentos antes bien tolerados (gluten, lácteos, histaminas, etc.).
- Sensación
de que “todo me cae mal”.
- Pueden
aparecer de forma repentina o progresiva.
¿Qué relación tiene el intestino con el sistema
inmunológico?
El intestino es hogar de más del 70% de las células
inmunes del cuerpo, y su microbiota regula funciones inflamatorias clave.
Cuando hay disbiosis o inflamación intestinal:
- Se
incrementa la permeabilidad intestinal (leaky gut), permitiendo el
paso de toxinas al torrente sanguíneo.
- Se
activa el sistema inmunológico de forma crónica.
- Se
favorece la aparición de síntomas sistémicos, incluidos
neurológicos, articulares y dermatológicos.
“En Lyme crónico, la salud intestinal se convierte en una
pieza clave para la recuperación, y no puede dejarse de lado en el abordaje
terapéutico” (ILADS, 2022).
¿Por qué estos síntomas suelen ser malinterpretados?
Porque los estudios digestivos convencionales (endoscopía,
colonoscopía, ultrasonido, etc.) suelen salir normales o con hallazgos leves,
y los médicos atribuyen el malestar a:
- Estrés
o ansiedad.
- Dietas
inadecuadas.
- Colon
irritable sin causa específica.
- “Trastornos
funcionales”.
Esto genera frustración en el paciente, que sabe que algo
no está bien, pero no encuentra respuestas claras.
¿Cómo abordar los síntomas digestivos en pacientes con
Lyme?
Un enfoque integral debe considerar:
- Evaluación
de disbiosis intestinal (pruebas de microbiota, heces funcionales).
- Identificación
de coinfecciones intestinales o sistémicas.
- Detección
de activación mastocitaria (MCAS) si hay múltiples intolerancias.
- Manejo
nutricional con dieta antiinflamatoria personalizada.
- Apoyo
con enzimas digestivas, probióticos, prebióticos y moduladores de la
barrera intestinal.
- Regulación
del sistema nervioso entérico mediante fitoterapia y nutracéuticos.
- Tratamiento
de la infección de fondo (Borrelia y otras).
¿Puede el intestino afectar los síntomas neurológicos y
emocionales?
Sí. Existe una estrecha conexión llamada eje
intestino-cerebro, en la cual el estado de la microbiota intestinal influye
directamente en:
- El
estado de ánimo.
- La
concentración.
- El
sueño.
- La
tolerancia al estrés.
Un intestino inflamado o disfuncional puede agravar la
ansiedad, la niebla mental, la irritabilidad y la depresión, todas comunes
en pacientes con Lyme crónico (Horowitz, 2013).
Conclusión
La enfermedad de Lyme puede afectar el intestino de muchas
formas, y sus manifestaciones digestivas son reales, frecuentes y
profundamente invalidantes. Ignorarlas no solo retrasa el diagnóstico, sino
que complica la recuperación del paciente.
En toda persona con Lyme, el intestino debe ser evaluado con
la misma seriedad que las articulaciones, el sistema nervioso o la piel. Porque
la salud intestinal es mucho más que digestión: es parte esencial del
equilibrio inmunológico, neurológico y emocional.
Fuentes de consulta
- García
Meléndez, M. E., et al. (2014). Enfermedad de Lyme: actualizaciones.
Gaceta Médica de México, 150, 84–95.
- ILADS. (2022). Evidence-based
guidelines for the management of Lyme disease. International
Lyme and Associated Diseases Society.
- Horowitz, R. (2013). Why
Can’t I Get Better? Solving the Mystery of Lyme and Chronic Disease. St.
Martin’s Press.
- Middelveen, M. J., et al.
(2014). Persistence of Borrelia burgdorferi in tissues despite
antibiotic treatment: A systematic review. Open Journal of
Medical Microbiology, 4(3), 79–90.
- Rao, V., & Gershon, M. D.
(2016). The bowel and beyond: the enteric nervous system in
neurological disorders. Nature Reviews Gastroenterology &
Hepatology, 13(9), 517–528.
- Weinstock, L. B., et al.
(2021). Autonomic dysfunction and gastrointestinal disorders in
patients with post-treatment Lyme disease syndrome. Clinical
Autonomic Research, 31(1), 25–34.
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en los comentarios!
Nota: Este blog no sustituye el diagnóstico
médico. Si sospechas de Lyme, consulta a un profesional.
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Información recopilada y analizada por Luis Antonio
Hernández Cuéllar.
Publicada el 9 de junio del 2025.
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