Entendiendo el fenómeno de las coinfecciones en la enfermedad de Lyme
Una de las preguntas más comunes y desconcertantes que se
hacen los pacientes con enfermedad de Lyme es: “¿Por qué tengo tantas
infecciones diferentes a la vez?” Muchos no solo lidian con Borrelia
burgdorferi, sino también con Babesia, Bartonella, Ehrlichia, Mycoplasma,
virus reactivados, e incluso infecciones fúngicas como Candida. Esta
situación no solo es común, sino que representa uno de los principales
obstáculos en el diagnóstico, tratamiento y recuperación.
Esta entrada está dedicada a explicar —de forma clara,
comprensible y basada en evidencia— por qué la mayoría de los pacientes con
Lyme tienen múltiples infecciones al mismo tiempo, qué factores lo hacen
posible, y qué implicaciones tiene para su salud y tratamiento.
¿Qué significa tener múltiples infecciones?
En medicina, a esto se le conoce como coinfección, y
se refiere a la presencia de dos o más patógenos diferentes infectando
simultáneamente al mismo huésped. En el contexto de Lyme, esto suele
incluir bacterias, protozoarios, virus, micoplasmas y hongos, que pueden ser
transmitidos juntos por una garrapata infectada o activarse debido a la
disfunción del sistema inmunológico.
No se trata de infecciones aisladas o casuales, sino de un
ecosistema patógeno complejo, donde los microorganismos interactúan, se
potencian mutuamente y complican el cuadro clínico del paciente (García
Meléndez et al., 2014; Stricker et al., 2014).
¿Cómo se producen estas coinfecciones?
Hay al menos cinco mecanismos principales que
explican la alta frecuencia de coinfecciones en pacientes con enfermedad de
Lyme:
1. Las garrapatas son vectores múltiples
Una sola garrapata puede portar y transmitir varios
microorganismos al mismo tiempo. Investigaciones han identificado
garrapatas coinfectadas con Borrelia, Babesia, Bartonella,
Anaplasma, Rickettsia, y otros agentes patógenos (Feria-Arroyo et
al., 2014; Sosa-Gutiérrez et al., 2016).
Esto ocurre porque:
- Las
garrapatas se alimentan de diferentes animales reservorio (ratones,
zarigüeyas, aves, perros).
- Adquieren
diferentes patógenos a lo largo de su ciclo de vida (larva, ninfa,
adulto).
- No
eliminan los patógenos que han adquirido: los acumulan.
En México, se han documentado garrapatas del género Amblyomma
e Ixodes portando ADN de Borrelia, Rickettsia, Ehrlichia,
Babesia y más, lo que confirma el potencial multivectorial en el país
(Gutiérrez et al., 2010; Becker et al., 2014).
2. El sistema inmunológico está comprometido
Cuando una persona se infecta con Borrelia, el
sistema inmunológico enfrenta una batalla compleja. La bacteria es maestra en
evadir las defensas del cuerpo:
- Cambia
su forma (pleomorfismo): espiroqueta, forma L, quiste.
- Se
esconde en tejidos profundos (cartílago, cerebro, ojos).
- Se
protege con biopelículas (biofilm).
- Suprime
o altera la respuesta inmunológica (inmunomodulación).
Esto debilita las defensas del cuerpo y permite que:
- Infecciones
latentes como el virus Epstein-Barr o el herpes se reactiven.
- Patógenos
oportunistas (como Candida o Mycoplasma) se
multipliquen.
- Coinfecciones
previas, subclínicas, se manifiesten de forma activa.
3. Las condiciones ambientales favorecen la transmisión
múltiple
El cambio climático, la deforestación, el crecimiento urbano
desordenado y la convivencia estrecha entre humanos, animales silvestres y
domésticos han creado un entorno ideal para la expansión de vectores y
reservorios.
En México, por ejemplo:
- Se
ha confirmado la presencia de garrapatas infectadas con varios patógenos
en zonas rurales y periurbanas.
- Animales
domésticos como perros y gatos también pueden actuar como vehículos o
reservorios de múltiples infecciones (Sosa-Gutiérrez et al., 2016).
- La
movilidad humana y la falta de control veterinario han favorecido brotes
zoonóticos silenciosos.
4. La medicina convencional no detecta ni trata coinfecciones
Muchos médicos desconocen la existencia o importancia de las
coinfecciones. Esto provoca que:
- Solo
se diagnostique Lyme con base en pruebas serológicas, ignorando otros
patógenos.
- Se
apliquen tratamientos cortos o con antibióticos que no cubren infecciones
intracelulares o parasitarias.
- Se
malinterpreten síntomas persistentes como "psicosomáticos" o
"residuales", en lugar de investigarlos.
Esto perpetúa la infección y empeora el pronóstico del
paciente, que sigue sintiéndose enfermo pese a "haber terminado su
tratamiento".
5. La interacción entre patógenos empeora los síntomas
Las coinfecciones no solo están presentes; se potencian
entre sí. Algunos ejemplos:
- Babesia
puede empeorar la fatiga y la hipoxia celular, agravando la niebla mental
y la ansiedad.
- Bartonella
puede causar inflamación neurovascular, intensificando el dolor, las
parestesias y los síntomas psiquiátricos.
- Mycoplasma
puede agravar el dolor articular y muscular, y afectar el sistema
respiratorio.
Estas interacciones pueden causar síntomas que no se
explican solo por Lyme, y requieren tratamientos diferenciados.
¿Qué síntomas pueden indicar una coinfección?
Aunque hay mucha superposición, los siguientes síntomas
pueden hacer sospechar la presencia de coinfecciones:
- Fiebre
intermitente con escalofríos → Babesia, Ehrlichia
- Dolor
intenso en las plantas de los pies, estrías en piel → Bartonella
- Náuseas
persistentes, ictericia → Babesia o Rickettsia
- Confusión
mental y alteración del estado de ánimo → Bartonella, virus reactivados
- Dolor
torácico atípico y taquicardia → Babesia, Mycoplasma, Lyme
- Lesiones
cutáneas no explicadas → Rickettsia, Bartonella
¿Qué consecuencias tiene esto para el tratamiento?
El tratamiento de Lyme y sus coinfecciones debe ser personalizado
y multidimensional. Tratar solo a Borrelia con doxiciclina durante
21 días no es suficiente si el paciente también tiene Babesia (requiere
atovacuona y azitromicina), Bartonella (requiere rifampicina o
claritromicina), o Ehrlichia (puede necesitar un abordaje más
prolongado).
Además, es necesario:
- Tratar
los síntomas secundarios (fatiga, dolor, insomnio, inflamación).
- Apoyar
el sistema inmunológico.
- Restaurar
el intestino y los órganos de desintoxicación.
- Abordar
las emociones y el trauma crónico que muchas veces acompañan al proceso.
Conclusión
La enfermedad de Lyme rara vez viene sola. La presencia
de múltiples infecciones en un mismo paciente no es un signo de debilidad,
exageración ni psicosomatización. Es el resultado directo de la biología de las
garrapatas, la complejidad del ecosistema patógeno, y la respuesta del cuerpo
ante una agresión crónica y multifactorial.
Reconocer las coinfecciones es un acto de respeto hacia el
paciente, y una clave terapéutica fundamental para su recuperación.
Fuentes de consulta
- Becker,
I., et al. (2014). Reservorios silvestres de Borrelia burgdorferi en el
sureste de México. Revista Mexicana de Biodiversidad, 85(2), 530–543.
- Feria-Arroyo,
T. P., et al. (2014). Amblyomma
ticks as potential vectors of Borrelia in Mexico. Journal of Vector
Ecology, 39(1), 135–145.
- García
Meléndez, M. E., et al. (2014). Enfermedad de Lyme: actualizaciones.
Gaceta Médica de México, 150, 84–95.
- Gutiérrez,
V., Becker, I., et al. (2010). Distribución de garrapatas del género
Ixodes y su papel como vectores en México. Revista Biomédica, 21(4),
215–230.
- Sosa-Gutiérrez,
C. G., et al. (2016). Diversity
and distribution of ticks in Mexico: a review. Ticks and
Tick-borne Diseases, 7(1), 15–30.
- Stricker, R. B., et al. (2014).
The limitations of the two-tier test for Lyme disease. Clinical
Infectious Diseases, 58(5), 700–701.
- Waddell, L. A., et al. (2016). The
accuracy of diagnostic tests for Lyme disease in humans: a systematic
review and meta-analysis. BMC Infectious Diseases, 16, 1–19.
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dudas o experiencias que compartir? ¡Déjalas en los comentarios!
Nota: Este
blog no sustituye el diagnóstico médico. Si sospechas de Lyme, consulta a un
profesional.
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Información recopilada y analizada por Luis Antonio Hernández Cuéllar.
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