Una introducción clara, profunda y actualizada para pacientes y familias
La enfermedad
de Lyme es mucho más que una simple infección transmitida por garrapatas. Es
una condición multisistémica, a menudo crónica, con capacidad de afectar la
piel, el sistema nervioso, el corazón, las articulaciones y la salud mental. Su
causa es una bacteria en forma de espiral llamada Borrelia burgdorferi sensu
lato, y su transmisión principal ocurre por medio de la picadura de una
garrapata infectada. Pero entender Lyme va mucho más allá de saber qué la
causa: implica reconocer cómo se manifiesta, cómo se transmite, por qué se
subdiagnostica y qué hacer para prevenirla o tratarla a tiempo.
Esta entrada
busca dar respuesta clara, empática y basada en evidencia científica a las
preguntas más comunes de pacientes, familiares y profesionales de la salud que
se enfrentan al complejo mundo del Lyme.
¿Qué es
exactamente la enfermedad de Lyme?
La enfermedad
de Lyme (también conocida como borreliosis de Lyme) es una infección zoonótica
causada por espiroquetas del complejo Borrelia burgdorferi sensu lato
(B. burgdorferi s.l.), transmitidas al ser humano principalmente por garrapatas
del género Ixodes (Gutiérrez et al., 2010). Las bacterias de este grupo
tienen la capacidad de invadir múltiples órganos y tejidos del cuerpo humano y
sobrevivir incluso en condiciones inmunológicas adversas, gracias a mecanismos
de evasión y adaptación biológica (García Meléndez et al., 2014, p. 85).
A lo largo de
su evolución, la enfermedad puede dividirse en tres grandes fases clínicas:
- Fase temprana localizada: días o semanas
después de la picadura. Puede aparecer el característico eritema
migrans (una mancha en forma de diana), junto con fiebre, fatiga,
dolor de cabeza, escalofríos y malestar general.
- Fase diseminada temprana: semanas a meses
después. La bacteria se disemina por la sangre a otros órganos, pudiendo
generar síntomas neurológicos (como parálisis facial, neuropatías, niebla
mental), cardíacos (como bloqueos auriculoventriculares) o articulares
(artritis migratoria).
- Fase tardía o crónica: meses o incluso años
después. Se caracteriza por fatiga severa, dolor articular persistente,
alteraciones cognitivas, insomnio, trastornos del estado de ánimo y
síntomas neurológicos complejos.
Aunque en
teoría esta progresión es lineal, en la práctica muchos pacientes no presentan
todas las fases, y algunos nunca desarrollan el eritema migrans, lo que
dificulta el diagnóstico temprano (García Meléndez et al., 2014, p. 86).
¿Quién causa
esta enfermedad? La bacteria Borrelia
La Borrelia
burgdorferi es una espiroqueta (bacteria helicoidal) de estructura única,
con un genoma lineal y una capacidad extraordinaria de adaptación. Se encuentra
clasificada dentro del grupo de bacterias gramnegativas, aunque su membrana
externa es atípica, lo que le permite evadir eficazmente la respuesta inmune
del huésped (García Meléndez et al., 2014, pp. 85–86).
En el mundo
existen al menos 15 genoespecies identificadas dentro del complejo B.
burgdorferi sensu lato. En América del Norte, la más común es B.
burgdorferi sensu stricto, mientras que en Europa y Asia predominan B.
afzelii y B. garinii, cada una con tropismos distintos: cutáneo,
neurológico o articular (García Meléndez et al., 2014, p. 86).
En México, los
estudios moleculares han confirmado la circulación de B. burgdorferi s.l.
en garrapatas y fauna silvestre en estados como Veracruz, Tamaulipas, Yucatán,
Chiapas y San Luis Potosí (Becker et al., 2014; Feria-Arroyo et al., 2014;
Gutiérrez et al., 2010).
¿Cómo se
transmite la enfermedad de Lyme?
La forma más
común de transmisión es a través de la mordedura de una garrapata infectada,
especialmente en su fase de ninfa. Las garrapatas del género Ixodes
(como Ixodes scapularis) son los vectores principales, aunque en México
también se han identificado otras especies involucradas como Amblyomma
mixtum y Dermacentor variabilis, las cuales también han portado ADN
de Borrelia (Feria-Arroyo et al., 2014).
Es importante
entender que las larvas de garrapata no nacen infectadas; adquieren la bacteria
al alimentarse por primera vez de un animal reservorio (como ratones de campo,
aves o zarigüeyas). Una vez infectadas, pueden mantener la bacteria en su
cuerpo y transmitirla a lo largo de su vida. Las ninfas, por su tamaño
diminuto, suelen pasar desapercibidas y son responsables de la mayoría de las
transmisiones a humanos (García Meléndez et al., 2014, p. 86).
En México, el
contacto humano con estos vectores ocurre tanto en áreas rurales como urbanas,
debido a la expansión ecológica de las garrapatas (Gutiérrez et al., 2010).
Incluso animales domésticos como perros y gatos pueden actuar como
amplificadores epidemiológicos (Sosa-Gutiérrez et al., 2016).
¿Dónde se
encuentra la enfermedad de Lyme?
Aunque
históricamente se consideraba una enfermedad limitada al noreste de Estados
Unidos y ciertas zonas de Europa, hoy se sabe que Lyme tiene una distribución
mucho más amplia y está presente en todo el continente americano. En México, se
ha detectado la presencia establecida del vector Ixodes scapularis en al
menos diez estados, junto con registros de garrapatas portadoras de Borrelia
en ambientes silvestres, periurbanos y rurales (Gutiérrez et al., 2010;
Estrada-Peña et al., 2006).
También se han
encontrado evidencias serológicas y moleculares del patógeno en fauna silvestre
como zarigüeyas (Didelphis virginiana), ratones del género Peromyscus,
ardillas, aves migratorias y hasta en perros domésticos (Becker et al., 2014;
Feria-Arroyo et al., 2014; Solís Hernández et al., 2016).
La negación
institucional de su existencia en México ha generado una crisis de
subdiagnóstico y desinformación médica, afectando gravemente a los pacientes
que la padecen (Loaiza et al., 2024; BiologyInsights Team, 2025).
¿Cuáles son
los síntomas más comunes?
La enfermedad
de Lyme puede simular muchas otras condiciones, lo que la convierte en una de
las enfermedades más difíciles de diagnosticar. Los síntomas más comunes
incluyen:
- Síntomas tempranos: fatiga, fiebre, escalofríos,
dolor de cabeza, dolor muscular, eritema migrans.
- Síntomas sistémicos:
- Neurológicos: niebla mental,
parestesias, insomnio, ansiedad, pérdida de memoria.
- Cardíacos: palpitaciones, dolor
torácico, bloqueos auriculoventriculares (Loaiza et al., 2024).
- Articulares: dolor migratorio,
inflamación persistente.
- Psiquiátricos: depresión, ataques
de pánico, irritabilidad.
Muchos
pacientes no recuerdan una picadura de garrapata, y varios nunca desarrollan la
erupción típica, lo que hace que Lyme pase desapercibida durante meses o
incluso años.
¿Cómo se
diagnostica?
El diagnóstico
debe ser clínico, basado en la historia médica del paciente, la exposición a
zonas de riesgo y los síntomas presentados. Las pruebas serológicas (ELISA,
Western Blot) se utilizan como apoyo, pero tienen limitaciones importantes,
especialmente en fases tardías o con variantes distintas a las cepas
estadounidenses (Stricker et al., 2014; Waddell et al., 2016).
En México, la
mayoría de los laboratorios no cuentan con pruebas moleculares específicas ni
con criterios adaptados a las variantes locales, lo que genera una alta tasa de
falsos negativos. Muchos pacientes son diagnosticados erróneamente con
enfermedades autoinmunes, neurológicas o incluso psiquiátricas (Gutiérrez et
al., 2010; García Meléndez et al., 2014, p. 88).
¿Tiene
tratamiento?
Sí, y mientras
más temprano se inicie, mayores son las probabilidades de éxito. El tratamiento
convencional incluye:
- Fase aguda: doxiciclina, amoxicilina o
cefuroxima oral por 14 a 21 días.
- Fase avanzada o neurológica/cardiaca:
ceftriaxona intravenosa durante 21 a 28 días.
En muchos casos
crónicos, el tratamiento debe individualizarse y complementarse con terapias
integrativas o naturales, abordando síntomas persistentes, coinfecciones y
restauración del sistema inmunológico (Loaiza et al., 2024; Prochnau et al.,
2022).
¿Por qué
debemos hablar más de Lyme?
Porque es una
enfermedad real, subestimada y creciente. Su expansión es impulsada por el
cambio climático, la movilidad humana, la deforestación y la pérdida de
biodiversidad. En México y América Latina, la falta de reconocimiento oficial
agrava aún más la situación de los pacientes, que a menudo deben viajar al
extranjero para obtener un diagnóstico o tratamiento.
Visibilizar
Lyme es un acto de justicia médica, una herramienta para prevenir y una voz
para quienes han sido silenciados por años.
Fuentes de
consulta
- Becker, I., et al. (2014). Reservorios
silvestres de Borrelia burgdorferi en el sureste de México. Revista
Mexicana de Biodiversidad, 85(2), 530–543.
- Estrada-Peña, A., et al. (2006). Distribution and ecological
preferences of Ixodes scapularis in the Americas. Veterinary
Parasitology, 137(1–2), 103–115.
- Feria-Arroyo, T. P., et al. (2014). Amblyomma ticks as potential
vectors of Borrelia in Mexico. Journal of Vector Ecology,
39(1), 135–145.
- García Meléndez, M. E., et al. (2014). Enfermedad
de Lyme: actualizaciones. Gaceta Médica de México, 150, 84–95.
- Gutiérrez, V., Becker, I., et al. (2010). Distribución
de garrapatas del género Ixodes y su papel como vectores en México.
Revista Biomédica, 21(4), 215–230.
- Loaiza, F., Morgado, M., Yambay, X. (2024). Bloqueo
auriculoventricular de tercer grado: caso clínico. Revista RELIGACIÓN,
9(39), e2401176.
- Prochnau,
J., Kühnemund, A., Heyne, J.P. (2022). Reversible high-grade
atrioventricular block with septal myocardial edema in Lyme carditis.
- Sosa-Gutiérrez, C. G., et al. (2016). Diversity and distribution of
ticks in Mexico: a review. Ticks and Tick-borne Diseases, 7(1),
15–30.
- Stricker,
R. B., et al. (2014). The limitations of the two-tier test for Lyme
disease. Clinical Infectious Diseases, 58(5), 700–701.
- Waddell,
L. A., et al. (2016). The accuracy of diagnostic tests for Lyme disease
in humans: a systematic review and meta-analysis. BMC
Infectious Diseases, 16, 1–19.
- BiologyInsights
Team. (2025). Ixodes Ticks: Traits, Life Cycle, and Disease
Transmission.
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Nota: Este blog no sustituye el diagnóstico médico. Si sospechas de Lyme, consulta a un profesional.
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